miércoles, 23 de marzo de 2011

Por qué la vida es física y no química


La idea de que la vida se reduce a química, está siendo usurpada por una idea mucho más ambiciosa, dicen dos de los biofísicos más importantes del mundo.

En la historia de la ciencia, hay muchos ejemplos de cambios simples en la perspectiva que han llevado a profundas visiones de la naturaleza del cosmos. La invención del telescopio es tal vez un ejemplo. Otro, es darse cuenta de que la energía química, la energía termodinámica, la energía cinética y demás, son todas manifestaciones de lo mismo. Seguramente podrías poner tus ejemplos favoritos aquí.

Uno de los ejemplos más importantes de la ciencia del siglo XX, es que la biología es el resultado de la evolución, y no al revés. Mediante esta forma de pensamiento, la evolución es un proceso, incluso un algoritmo; aunque uno de una potencia inimaginable. Aprovecha la evolución y habrá pocas cosas que no puedas lograr.

En los últimos años, los científicos de la computación han empezado a aprovechar el sorprendente poder de la evolución. Una cosa que han experimentado una y otra vez es el progreso ciego de evolución. Pon un algoritmo genético a funcionar y explorará el paisaje evolutivo, buscando mínimos locales. Cuando halla uno, no se sabe si es la mejor solución posible o si se sitúa dentro de una distancia de un abismo evolutivo que representa una solución de un orden de magnitud completamente distinto.

Esto apunta a la posibilidad de que la vida tal y como ha evolucionado en la Tierra sea un mínimo local en un vasto paisaje de posibilidades evolutivas. Si éste es el caso, los biólogos están estudiando una fracción ridículamente pequeña de algo más grande. Mucho más grande.

Hoy, logramos una importante visión en el estado de este asunto gracias a un fascinante artículo publicado por Nigel Goldenfeld y Carl Woese de la Universidad de Illinois. Goldenfeld es físico de carrera, mientras que Woese, también físico, es una de las grandes figuras de la biología. En la década de 1970, definió un nuevo reino de la vida, el Arquea, y desarrolló una nueva teoría sobre el origen de la vida conocida como la hipótesis del mundo ARN, la cual ha ganado gran fama o notoriedad dependiendo de tu punto de vista.

Juntos, sugieren que los biólogos tienen que pensar acerca de su campo de una nueva forma radicalmente distinta: como una rama de la física de la materia condensada. Su conjetura básica es que la vida es un fenómeno emergente que tiene lugar en sistemas que están lejos del equilibrio. Si aceptas esta premisa, entonces surgen inmediatamente dos cuestiones: qué leyes describen tales sistemas, y cómo llegamos a ellas.

Goldenfeld y Woese dicen que los biólogos cerraron esta vía de pensamiento aludiendo a una frase: toda la vida es química. Nada puede estar más lejos de la realidad, dicen ellos.

Tienen una interesante analogía para ayudar a su causa: el ejemplo de la superconductividad. Sería fácil observar la superconductividad e imaginar que puede explicarse completamente mediante las propiedades de los electrones conforme se transfieren fuera y dentro de los orbitales atómicos. Podrías ir más allá y decir que la superconductividad trata de átomos y química.

Pero la explicación real es mucho más interesante y profunda. Resulta que muchos de los problemas de la superconductividad se explican mediante teorías que describen la relación entre los campos electromagnéticos y un orden de largo alcance. Cuando se rompe la simetría de esta relación, el resultado es la superconductividad.

Y esto no sólo sucede con materiales de la Tierra. Este tipo de ruptura de simetría surge en otros exóticos lugares, tales como los núcleos de las estrellas de quarks. La superconductividad es un fenómeno emergente y tiene poco que ver con el comportamiento de los átomos. Un químico quedaría pasmado.

De acuerdo con Goldenfeld y Woese, la vida es como la superconductividad. Es un fenómeno emergente que tiene que comprenderse a través de las leyes fundamentales de la física que gobiernan su comportamiento. Por consiguiente, sólo una disciplina similar a la física puede revelar tales leyes, y la biología, tal y como se practica hoy, no cae en esta categoría.

Ésta es una osada y provocadora idea que puede que no sea una sorpresa completa para la última generación de biofísicos. Para el resto, esto debería ser una llamada a las armas.

Estaremos esperando el resultado con gran interés.

Jose E. Guerrero C
CAF
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Fuente: http://pasalavida.org/?p=2674

Científicos europeos ofrecen una mirada reveladora sobre los dispositivos superconductores nanométricos

24. Febrero 2011

Un equipo de investigadores franceses y españoles, entre los que se encuentra un profesor de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), analizó la estructura electrónica de un nanotubo de carbono conectado a electrodos superconductores mediante medidas de espectroscopía túnel.

El estudio fue portada de la revista Nature Physics el pasado mes de diciembre, y permitió identificar por primera vez los estados de electrones que transportan la supercorriente en un sistema que no es superconductor.

Descubierta hace 100 años, la superconductividad está llena de manifestaciones sorprendentes. Los ejemplos más conocidos son el flujo de corriente eléctrica sin resistencia (supercorriente) o la expulsión del campo magnético (efecto Meissner) que actualmente se utiliza para la levitación de trenes en Japón. La superconductividad se explica por la existencia de un orden electrónico de largo alcance en el que un número macroscópico de electrones forman parejas o pares de Cooper que actúan en forma colectiva. La supercorriente corresponde al desplazamiento de estos pares a través del superconductor.

Otra de las manifestaciones soprendentes de la superconductividad es que este "flujo ordenado de parejas" puede propagarse a través de un medio que no es superconductor. El fenómeno fue descubierto por Brian David Josephson en 1962, quien mostró que los pares de electrones pueden atravesar sin resistencia una capa aislante entre dos superconductores, algo imposible para los electrones individuales. 

El efecto Josephson es la base de los llamados SQUID (superconducting quantum interference devices), que son sensores ultrasensibles de campo magnético. Más recientemente, este efecto ha permitido el diseño de qubits superconductores para sistemas de computación cuántica. También se ha demostrado que el efecto Josephson puede producirse en todo tipo de nanoestructura no-superconductora colocada entre dos superconductores si es suficientemente pequeña como para que se mantenga en ella la coherencia cuántica.

En el reciente estudio publicado en Nature Physics por investigadores europeos —entre los que se encuentra el profesor Alfredo Levy Yeyati, del Departamento de Física Teórica de la Materia Condensada de la UAM— se analiza el caso de los nanotubos de carbono que, aunque no son intrínsecamente superconductores, sí pueden conducir una supercorriente cuando se los conecta a electrodos superconductores.

Por sus dimensiones y otras características, los nanotubos de carbono proporcionan un sistema ideal para la observación de los estados (llamados estados de Andreev) que llevan la supercorriente a través de la región no-superconductora. En el caso de nanotubos con diámetros del orden de unos pocos nanómetros y longitudes del orden del micrón, sólo unos pocos estados (típicamente dos) se forman en el rango de energías que corresponde a la brecha superconductora (del orden de 0.1 meV en el caso del aluminio, que fue el superconductor utilizado). Estas dimensiones permiten depositar un electrodo que actúa como sonda sobre el nanotubo sin alterar drásticamente sus propiedades.

 Superconductividad
Superconductividad (Figura de la imagen)
El esquema de la figura muestra el dispositivo utilizado por los investigadores.En él se puede apreciar el nanotubo, que aparece como un hilo al que se conectan los electrodos superconductores (color verde) formando un circuito cerrado a través del cual se puede aplicar un flujo magnético (indicado por la letra Φ). El electrodo coloreado en rojo corresponde a la sonda para la espectroscopía túnel.

Los resultados experimentales del trabajo fueron complementados con cálculos teóricos que confirman la presencia de los estados de Andreev del nanotubo. Además de su posible aplicación en computación cuántica, el dispositivo podría utilizarse como un magnetómetro extremadamente sensible, capaz de detectar cambios en la magnetización debidos a una única molécula cercana. 


Jose E. Guerrero C
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Fuente: http://www.cursalarium.com/cientificos-europeos-ofrecen-una-mirada-reveladora-sobre-los-dispositivos-superconductores-nanometricos/
Superconductividad a temperatura ambiente, ¿Una de las claves para el siglo XXI?
AGOSTO 16, 2010
por ingenieria2010jovenes



Todos sabemos que el consumo de energía mundial está en aumento (se espera que aumente en un 50% para el año 2030, según informes de la Energy Information Administration de los EEUU) y también somos concientes de que cómo proveer esta energía y cómo distribuirla es una de las principales cuestiones a resolver en la actualidad. En este sentido, los materiales superconductores pueden jugar un rol importante en los aspectos relacionados con la transmisión de energía eléctrica, su almacenamiento y la generación de altos campos magnéticos.


¿Por qué?

Existen dos principales razones:

No presentan resistencia al paso de corriente eléctrica. Es decir que, al no sufrir pérdidas por calor, estos materiales pueden mantener corrientes eléctricas de forma indefinida, sin recibir energía de una fuente externa.
Expulsan por completo todo campo magnético externo, lo que permite que un imán “levite” sobre un material superconductor. Esto permite pensar en aplicaciones de transporte en las cuales la única resistencia a vencer es la del aire.

¿A que costo?

Éste es un problema: los materiales deben estar por debajo de una cierta temperatura crítica que está muy por debajo de la temperatura ambiente. De hecho en los orígenes de la superconductividad (este fenómeno fue descubierto por el físico holandés y premio nobel, Kamerlingh-Onnes en 1913), tal temperatura era cercana al cero absoluto, lo que implicaba refrigerar los materiales con helio líquido. Con las investigaciones en diferentes materiales a lo largo de los años esta temperatura crítica ha podido aumentarse “enormemente” desde 5 grados Kelvin a valores mayores a los 130 K, permitiendo emplear nitrógeno líquido como refrigerante (77 K), que es más abundante y barato que el helio.

Actualmente quizá las dos aplicaciones más popularizadas de la superconductividad son el LHC (Large Hadron Collyder) que se está empleando para el estudio de colisiones de partículas elementales; y los trenes Maglev, como el que transporta pasajeros a lo largo de 30 km con velocidades máximas de 430 km/h en la ciudad de Shangai. Sin embargo, más allá de algunas aplicaciones específicas y de alto costo, la gran limitación es la baja temperatura a la que deben trabajar estos materiales.

El desafío: Obtener materiales que desarrollen superconductividad a temperaturas cercanas a la ambiente. Si esto se consiguiera se abrirían un sinfín de posibilidades y de “aplicaciones soñadas” como ser el diseño de sistemas de transporte levitantes de bajo consumo y no contaminantes, el aumento de la capacidad eléctrica de ciudades simplemente reemplazando los cables de cobre por cables superconductores, el transporte de energía en grandes distancias sin pérdidas (actualmente son de un 20%), la construcción de equipos de tomografía portátiles y de bajo costo, fabricación de supercomputadoras del tamaño de una caja de zapatos que podrían realizar un teraflop (1012) de operaciones por segundo, o de superconductores mil veces más rápidos y menos calientes que los actuales, la creación de “botellas magnéticas” para almacenamiento de energía, generación de energía por procesos de fusión nuclear controlada, o la construcción de aceleradores de partículas elementales de menor tamaño a los actuales.

Entonces la superconductividad a temperatura ambiente… ¿Es una meta alcanzable o sólo ciencia-ficción? Si bien existen opiniones divididas en cuanto a la respuesta a esta pregunta, un ejemplo de visión optimista la da Jorge Ossandón Gaete, nacido en chile y doctor en Física de la University of Tennessee at Knoxvill: “Queda aún un largo camino por recorrer, pero la carrera ya está lanzada y falta esperar con paciencia su culminación. Al igual que tuvieron que transcurrir un par de décadas cuando se descubrió el rayo láser en 1960 antes que surgieran sus primeras aplicaciones (y hoy en día el rayo láser está en miles de utensilios del diario vivir), así también deberán pasar un par de décadas para ver las aplicaciones de los nuevos superconductores en nuestra vida diaria. En veinte años los trenes levitantes serán una realidad cotidiana, los scanner de resonancia magnética nuclear estarán en todos los hospitales, los dispositivos serán parte habitual de computadores, instrumentos médicos, amplificadores y de todo tipo de equipos electrónicos.”

¿Crees que esta meta es alcanzable? ¿Serán los superconductores de baja temperatura una alternativa económica de múltiples aplicaciones? ¿Cuál será el rol de la ingeniería en este campo?


Jose E. Guerrero C
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Fuente: http://ingenieria2010jovenes.wordpress.com/2010/08/16/superconductividad-a-temperatura-ambiente-%C2%BFuna-de-las-claves-para-el-siglo-xxi/

La física de la ciencia-ficción: Superconductividad

La superconductividad es uno de los descubrimientos más fascinantes de la ciencia del siglo XX. Pertenece a la familia de descubrimientos de la física capaces de cambiar la manera de vivir de la humanidad. Su gama de aplicaciones es amplísima, pero abarca esencialmente tres tipos: la generación de campos magnéticos intensos, la fabricación de cables de conducción de energía eléctrica y la electrónica. Dentro del primer tipo tenemos usos tan espectaculares como la fabricación de sistemas de transporte masivo levitados, esto es, trenes que flotan sobre sus rieles sin tener fricción con ellos, haciendo factible alcanzar las velocidades que desarrollan los aeroplanos. En el segundo está la posibilidad de transmitir energía eléctrica desde los centros de producción, como presas o reactores nucleares, hasta los centros de consumo, sin pérdidas de ningún tipo en el trayecto. Para el tercer tipo podemos mencionar la posibilidad de fabricar supercomputadoras extremadamente veloces.

Es muy probable que para los primeros años del siglo XXI atestiguaremos, de nuevo, la influencia de un descubrimiento científico en la manera de vivir del ser humano. Esto se puede afirmar, en especial, a raíz del hallazgo en 1986 de los materiales superconductores cerámicos que tienen temperaturas de transición al estado superconductor superiores a la temperatura de ebullición del nitrógeno líquido (que es, aproximadamente, de 77 Kelvin o, lo que es lo mismo, -196°C. Se utiliza la palabra Kelvin para definir la temperatura absoluta), lo que significa una gran simplificación en la construcción de los aparatos en que se emplee el fenómeno de la superconductividad, al compararlas con las temperaturas de transición más altas conocidas anteriormente de 23 Kelvin.

Pero, ¿qué es la superconductividad?
Es un estado de la materia, como lo es el estado líquido o el estado sólido, en el cual no existe resistencia eléctrica. Esto significa que no hay disipación de energía al pasar corriente eléctrica por un material superconductor. Además, no permite que el campo de fuerza de un imán penetre en su interior (esto último se conoce como efecto Meissner). Esta combinación de efectos eléctricos y magnéticos recibe el nombre de estado superconductor.

Existen diferencias importantes entre los superconductores, para entender mejor estas diferencias, describiremos brevemente lo que es el efecto Meissner-Oschenfeld.

En 1933, W. Meissner y R. Oschenfeld encontraron experimentalmente que un superconductor se comporta de manera tal que nunca permite que exista un campo de inducción magnética en su interior. En otras palabras, no permite que un campo magnético penetre en su interior. El campo magnético en el interior de un superconductor no sólo está congelado, sino que vale siempre cero.

El efecto Meissner es una de las propiedades que definen la superconductividad y su descubrimiento sirvió para deducir que la aparición de la superconductividad es una transición de fase a un estado diferente.

La expulsión del campo magnético del material superconductor posibilita la formación de efectos curiosos, como la levitación de un imán sobre un material superconductor a baja temperatura.

Tras algunos años de relativo estancamiento, en 1986 Johannes G. Bednorz y Karl A. Müller descubrieron que una familia de materiales cerámicos, los óxidos de cobre con estructura de perovsquita, eran superconductores con temperaturas críticas superiores a 90 kelvin. Estos materiales, conocidos como superconductores de alta temperatura, estimularon un renovado interés en la investigación de la superconductividad. Como tema de la investigación pura, estos materiales constituyen un nuevo fenómeno que no se explica por las teorías actuales. Y, debido a que el estado superconductor persiste hasta temperaturas más manejables, superiores al punto de ebullición del nitrógeno líquido, muchas aplicaciones comerciales serían viables, sobre todo si se descubrieran materiales con temperaturas críticas aún mayores.

Jose E. Guerrero C
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Fuente: http://notmelive.blogspot.com/2010/11/la-superconductividad-es-uno-de-los.html
El vacio Superconductor: La Maquina de Higgs-Kibble
   

En su libro “Partículas Elementales”, Gerard ´t Hooft, en su capítulo titulado “La bonanza Yang-Mills”, finalizaba diciendo:
Lo único que no resulta ser lo mismo cuando se mira a través del microscopio (o, en la jerga de la física teórica, cuando se realiza una transformación de escala) es la masa de la partícula. Esto se debe a que el alcance de la fuerza parece mayor a través del microscopio. Nótese que esta situación es la opuesta a la que se presenta en la vida corriente donde un grano de arena parece mayor  -¿más pesado, por tanto?- cuando se observa con un microscopio.
Una consecuencia de todo esto es que en una teoría de Yang-Mills el término de masa parece desaparecer cuando se realiza una transformación de escala, lo que implica que a través del microscopio se recupera la invariancia gauge. Esto es lo que causa la dificultad con la que se enfrentó Veltman. ¿Se puede observar directamente el potencial vector de Yang-Mills? Parece que puede observarse en el mundo de las cosas grandes pero no en el mundo de lo pequeño. Esto es una contradicción y es la razón por la que este esquema nunca ha podido funcionar adecuadamente.
¡Había una salida! Pero ésta procede de una rama muy diferente de la física teórica. La física de los metales a muy bajas temperaturas. A esas temperaturas, los “fenómenos cuánticos” dan lugar a efectos muy sorprendentes, que se describen con teorías cuánticas de campos, exactamente iguales que las que utilizan en la física de partículas elementales. La Física de Partículas Elementales no tiene nada que ver con la física de bajas temperaturas, pero las matemáticas son muy parecidas.
En algunos materiales, el “campo” que se hace importante a temperaturas muy bajas podría ser el que describe cómo los átomos oscilan alrededor de sus posiciones de equilibrio, o el que describe a los electrones en este tipo de material. A temperaturas muy bajas nos encontramos con los “cuantos” de esos campos. Por ejemplo, el “fonón” es el cuanto del sonido. Su comportamiento recuerda al fotón, el cuanto de la luz, salvo que los números son muy diferentes: los fonones se propagan con la velocidad del sonido, a cientos, o quizá miles de metros por segundo, y los fotones lo hacen a la velocidad de la luz que es de 300.000 km/s, ¡aproximadamente un millón de veces más deprisa! Las partículas elementales en las que estamos interesados generalmente tienen velocidades cercanas a la de la luz.
Uno de los “fenómenos cuánticos” más espectaculares que tienen lugar en los materiales muy fríos es la llamada superconductividad, fenómeno consistente en el hecho de que la resistencia que presenta ese material al paso de la corriente eléctrica se hace cero. Una de las consecuencias de este estado es que el material no admite la más mínima diferencia de potencial eléctrico, porque ésta sería inmediatamente neutralizada por una corriente eléctrica “ideal”. El material tampoco admite la presencia de campos magnéticos porque, de acuerdo con las ecuaciones de Maxwell, la creación del campo magnético está asociada con una corriente eléctrica inducida, que al no encontrar resistencia neutralizaría completamente el campo magnético. Por lo tanto, en el interior de un superconductor no se puede crear ni un campo eléctrico ni magnético. Esta situación sólo cambia si las corrientes inducidas son muy elevadas, como ocurre cuando se somete el superconductor a los campos de imanes muy potentes que perturban el material. No siendo capaz de resistir una fuerza tan brutal, pierde la superconductividad y se rinde permitiendo la existencia de un campo magnético en su interior.
¿Pero, que tiene que ver un superconductor con las partículas elementales? Bien, un material superconductor se puede entender como un sistema en el cual el campo electromagnético es un campo de muy corto alcance. Está siendo apantallado y, sin embargo, es un campo de Maxwell, un campo gauge. ¡Esto es lo que hace interesante un superconductor para alguien que quiere describir la interacción débil entre partículas como una teoría gauge! ¡Qué característica tan bella de la física teórica! Se pueden comparar dos mundos completamente diferentes simplemente porque obedecen a las mismas ecuaciones matemáticas.
¿Cómo funciona un superconductor? La verdadera causa de este fenómeno peculiar lo descubrieron John Bardeen, Leon N Cooper y John R. Schrieffer (por lo que recieron el Premio Nobel de 1972). Los electrones de un trozo sólido de material tienen que reunir al mismo tiempo dos condiciones especiales para dar lugar a la superconductividad: la primera es apareamiento y la segunda condensación de Bose.
“Apareamiento” significa que los electrones forman pares y actúan en pares, y los que producen la fuerza que mantiene los pares unidos son los fotones. En cada par, los electrones rotan alrededor de su propio eje, pero en direcciones opuestas, de manera que el par (llamado “par de Cooper”), en su conjunto, se comporta como si no tuviera rotación (“momento angular”). Así un par de Cooper se comporta como una “partícula” con espín 0 y carga eléctrica -2.
La “condensación de Bose” es un fenómeno típicamente mecánico-cuántico. Sólo se aplica a partículas con espín entero (bosones). Al igual que los lemmings, los bosones se agrupan juntos en el estado de menor energía posible. Recuérdese que a los bosones les gusta hacer a todos la misma cosa. En este estado todavía se pueden mover, pero no pueden perder más energía y, en consecuencia, no sufren ninguna resistencia a su movimiento. Los pares de Cooper se mueven libremente, de manera que pueden crear corrientes eléctricas que no encuentran ninguna resistencia. Un fenómeno parecido tiene lugar en el helio líquido a muy bajas temperaturas. Aquí los átomos de helio forman una condensación de Bose y el líquido que forman puede fluir a través de los agujeros más pequeños sin la más mínima resistencia.
Como los electrones por separado tienen espín ½ no pueden sufrir un condensación de Bose. Las partículas que es igual a un entero más un medio (fermiones) tienen que estar en estados cuánticos diferentes debido al principio de exclusión de Pauli. Esta es la razón por la que su superconductividad sólo se puede producir cuando se forman pares. Sí, comprendo que estas afirmaciones le sugieran varias preguntas y me disculpo por adelantado, pero de nuevo he traducido fórmulas a palabras, lo que implica que el razonamiento pueda parecer poco satisfactorio. ¡Simplemente tome esto como una cierta “lógica cuántica” difícil de manejar!
Fueron el belga Franςois Englert, el americano Robert Brout y el inglés Peter Higgs los que descubrieron que la superconductividad podría ser importante para las partículas elementales. Propusieron un modelo de partículas elementales en el cual las partículas eléctricamente cargadas, sin espín, sufrían una condensación de Bose. Esta vez, sin embargo, la condensación no tenía lugar en el interior de la materia sino en el vacío. Las fuerzas entre las partículas tenían que ser elegidas de tal manera que se ahorrara más energía llenando el vacío de estas partículas que dejándolo vacío. Estas partículas no son directamente observables, pero podríamos sentir este estado, en cuyo espacio y tiempo están moviéndose las partículas de Higgs (como se las conoce ahora) con la mínima energía posible, como si el espacio tiempo estuviera completamente vacío.
Las partículas de Higgs son los cuantos del “campo de Higgs” Una característica de este campo es que su energía es mínima cuando el campo tiene una cierta intensidad, y no cuando es nulo. Lo que observamos como espacio vacío no es más que la configuración e campo con la menor energía posible. Si pasamos de la jerga de campos a la de partículas, esto significa que el espacio vacío está realmente lleno de partículas de Higgs que han sufrido una “condensación de Bose”.
Este espacio vacío tiene muchas propiedades en común con el interior de un superconductor. El campo electromagnético aquí también es de corto alcance. Esto está directamente relacionado con el hecho de que, en tal mundo, el fotón tiene una cierta masa en reposo.
Y aún tenemos una simetría gauge completa, es decir, la invariancia gauge no se viola en ningún sitio. Y, así sabemos cómo transformar un fotón en una partícula “con masa” sin violar la invariancia gauge. Todo lo que tenemos que hacer es añadir estas partículas de Higgs a nuestras ecuaciones. La razón por la que el efecto de la invariancia gauge en las propiedades del fotón es tan diferente ahora es que las ecuaciones están completamente alteradas por la presencia del campo de Higgs en nuestro estado vacío. A veces se dice que “el estado vacío rompe la simetría espontáneamente”. Esto no es realmente correcto, pero el fenómeno está muy relacionado con otras situaciones en las que se produce espontáneamente una rotura de simetría.
Higgs sólo consideró campos electromagnéticos “ordinarios”, pero, desde luego, sabemos que el fotón ordinario en un vacío auténtico no tiene masa en reposo. Fue Thomas Kibble el que propuso hacer una teoría de Yang-Mills superconductora de esta forma, simplemente añadiendo partículas sin espín, con carga de Yang-Mills en vez de carga ordinaria, y suponer que estas partículas podían experimentar una condensación de Bose. Entonces, el alcance de las interacciones de Yang-Mills se pueden convertir en partículas con espín igual a 1 y masa distinta de cero.
¡Los fotones de Yang-Mills adquieren su masa y el principio gauge se sigue cumpliendo! Creo que había dos razones por las que, al principio, esta visión no recibió la atención que merecía. Primero, porque la gente pensó que el esquema era feo. El principio gauge estaba ahí “a propósito” y la partícula de Higgs, en sí misma, no era una “partícula gauge”. Si se admitía esto, ¿por qué no introducir más partículas y campos arbitrarios? Estas ideas se consideraron como simples modelos con los que jugar, sin mucho significado fundamental.
En segundo lugar estaba lo que se llamó “teorema de Goldstone”. Ya se habían propuesto antes modelos de partículas con “rotira espontánea de simetría”, pero para la mayoría de estos modelos, Jeoffrey Goldstone había probado que siempre contenían partículas sin masa y sin espín. Muchos investigadores, por tanto, pensaron que la teoría de Higgs también debía contener esa partícula de Goldstone, sin masa, y que esto era un inconveniente porque entre las partículas conocidas no había ninguna partícula de Goldstone. Incluso el propio Goldstone había advertido que el modelo de Higgs no satisfacía las condiciones para su demostración, así que no tenía que ser válido para este caso, pero todo el mundo estaba tan impresionado con las matemáticas del teorema que el modelo de Higgs-Kibble no tuvo éxito durante algún tiempo.
Y así el teorema de Goldstone se utilizó como un “teorema de imposibilidad”: si el espacio vacío no es simétrico, entonces no se puede evitar la presencia de partículas sin masa y sin espín. Ahora sabemos que, en nuestro caso, la letra pequeña invalida el teorema; las partículas de Goldstone se hacen invisible debido a la invariancia gauge y no son más que las “partículas fantasmas” que encontró Feynman en sus cálculos. Además, recuerde que, como dije antes, el mecanismo Higgs no es una auténtica rotiura espontánea de simetría.
Dos prestigiosos investigadores habían sugerido de forma independiente que se podían construir modelos realistas de partículas en los cuales, el sistema de Yang-Mills fuera responsable de la interacción débil y el mecanismo de Higgs-Kibble la causa de su corto alcance. Uno de ellos era el paquistaní Abdus Salam. Salam estaba buscando modelos estéticos de partículas y pensó que la belleza de la idea de Yang-Mills era razón suficiente para intentar construir con ella un modelo de interacción débil. La partícula mediadora de la interacción débil tenía que ser un fotón de Yang-Mills y el mecanismo de Higgs-Kibble la única explicación aceptable para que esta partícula tuviera una cierta cantidad de masa en reposo.
Otro investigador que había llegado más o menos al mismo punto era el americano Steven Weinberg. Pero Weinberg dio un paso más al formular con mucho más detalle un modelo sencillo en el cual indicaba con precisión los campos que existían y cómo podían interactuar. Pero se limitó a los leptones. Weinberg comprendió que, junto al fotón ordinario, tenía que haber tres fotones de Yang-Mills pesados: uno cargado positivamente, uno cargado negativamente y otro neutro. En lo que se refiere a los fotones cargados, todo el mundo estaba de acuerdo en que éstos se necesitarían para describir la interacción débil; serían los famosos bosones vectoriales intermediarios, W⁺ y W⁻. De acuerdo con Weinberg, sus masas tenían que ser mayores que 60.000 MeV. Pero solos, estos bosones vectoriales cargados eran suficientes para explicar todos los procesos de interacción débil que se conocían en esa época. Que aparte de eloos y del fotón ordinario, γ, también se necesitase otro componente neutro (Weinberg lo llamó Zº) no era evidente en absoluto. Se encontró con que la masa del Zº tenía que ser un pco mayor que la de los bosones cargados.
Y, finaliza el capítulo Gerard ´t Hooft diciendo:
Así es como me encontré con el Mecanismo de Higgs-Kible (no creo que supiese en ese momento que se llamaba así). Veltman era muy escéptico con estas ideas, y no fue fácil converlo de que pudiésemos llamar vacío a algo lleno de partículas invisibles. ¿No delatarían, dijo, su presencia por sus campos gravitatorios? La teoría puede ser formulada de tal manera que esos campos gravitatorios se compensen exactamente con otras partículas invisibles o por una contribución misteriosa del propio espacio vacío. Cómo consigue la Naturaleza enmascarar tan exacta y eficientemente estos efectos de la gravedad que no podemos notar nada, es un misterio que continúa siendo muy debatido hoy día. En mi opinión, la resolución de este rompecabezas tendrá que ser pospuesta hasta que entendamos mucho mejor la teoría de la Gravedad Cuántica. Y eso no ha sucedido todavía.

Jose E. Guerrero C
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Fuente: http://www.emiliosilveravazquez.com/blog/2011/02/28/el-vacio-superconductor-la-maquina-de-higgs-kibble/
Logran la superconductividad aumentando la presión en dos fases


Un equipo de científicos internacional ha descubierto que las extremadamente bajas temperaturas que se requieren para conseguir la superconductividad de los materiales se pueden inducir aumentando mucho la presión y, además, en dos fases diferentes. El estudio, que publica hoy Nature, se ha centrado en un cristal de óxido de bismuto de tres capas denominado “Bi2223”.

Estructura del Bi2223. Imagen: Xiao-Jia Chen et al.


Los superconductores son más de 150 veces más eficaces que los cables de cobre a la hora de conducir la electricidad. Sin embargo, para conseguir el estado de superconductividad, estos materiales deben ser enfriados por debajo de una temperatura extremadamente baja, llamada de transición (temperatura de transición superconductora, Tc), a cuyo punto la resistencia eléctrica normal desaparece. Desarrollar superconductores con temperaturas de transición más altas es uno de los mayores retos de los físicos. Ahora, un equipo liderado desde el Laboratorio de Geofísica de la Institución Carnegie para la Ciencia (EEUU) ha descubierto de forma inesperada que la temperatura de transición puede se puede inducir bajo dos diferentes presiones intensas en un cristal de óxido de bismuto de tres capas denominado “Bi2223”.
La presión más alta produce la temperatura de transición requerida. Los científicos piensan que este fenómeno en dos fases se produce a partir de la “competición” del comportamiento electrónico en diferentes tipos de capas de oxígeno-cobre en el cristal. El trabajo se publica esta semana en la revista Nature.
Hasta ahora, los materiales con carga de cobre llamados cupratos habían sido los únicos superconductores cuyas temperaturas de transición eran mayores que el punto de de ebullición del nitrógeno líquido a -321° F (77 K). Todavía supone un reto saber si se pueden conseguir temperaturas de transición más altas en estos materiales.
“Bi2223 es como una tarta con capas”, explica el autor principal Xiao-Jia Chen, de la Institución Carnegie. “En la parte superior y en la inferior existen capas de óxido de bismuto aislantes. Dentro de ellas, están las capas de óxido de estroncio. Después están las capas de óxido de cobre, después las de calcio y, finalmente, en el medio hay otra capa de óxido de cobre. Algo muy interesante es que las capas de óxido de cobre más externas y más internas tienen propiedades físicas diferentes lo que provoca un desequilibrio de la carga eléctrica entre las capas”.
Uno de los modos que han encontrado los científicos de aumentar la temperatura de transición de los materiales superconductores es “doparlos” añadiendo partículas cargadas. Bajo una presión normal, la temperatura de transición dopada óptima de Bi2223 es de -265° F (108K). Los científicos han sometido los cristales dopados del material a un rango de presiones de hasta 359.000 veces la presión atmosférica a nivel del mar (36,4 gigapascales), la presión hasta ahora más alta para las mediciones magnéticas en superconductores cupratos. La primera temperatura de transición más alta tuvo lugar a 100.666 atmósferas (10,2 GPa).
A 237.000 atmósferas reaparece la superconductividad
“Después de eso, las presiones aumentadas terminaron con temperaturas de transición más bajas”, remarca Chen. “Entonces, para nuestra sorpresa total a unas 237.000 atmósferas (24 GPa) el estado de superconducción apareció de nuevo. Incluso bajo una presión mayor, 359.000 atmósferas, la temperatura de transición aumentó a -215° F (136K). Esta fue la presión más alta que nuestro sistema de medición pudo detectar”.
Otra investigación ha demostrado que algunos materiales superconductores de múltiples capas como este presentan comportamientos electrónicos y vibratorios diferentes en capas distintas. Los investigadores piensan que 237.000 atmósferas podría ser un punto crítico donde la presión omite un comportamiento y permite la superconductividad.
“El descubrimiento ofrece nuevas perspectivas para crear temperaturas de transición más altas en superconductores cupratos de múltiples capas. La investigación puede ofrecer una forma prometedora de diseñar y crear una ingeniería de superconductores con temperaturas de transición mucho más altas en condiciones ambientales”, destaca el coautor Viktor Struzhkin, también de la Institución Carnegie.
Los factores que controlan la superconductividad en los superconductores de alta Tc todavía no se comprenden bien. En los óxidos de cobre de múltiples capas, tales como Bi2223 (Bi2Sr2Ca2Cu3O10+δ), la superconductividad se ha demostrado recientemente que compite con otro tipo de ordenamiento electrónico, como el antiferromagnetismo o las ondas de densidad de carga. En otros superconductores que muestran tal competición, la Tc del superconductor se maximiza cuando está sometida a condiciones que inhiben el orden de competición, pero no se sabe si esto puede realizarse en materiales de alta Tc.
Xiao-Jia Chen y colegas han usado mediciones magnéticas y ópticas para supervisar la variación de la Tc mientras aumentaba la presión. Los autores sugieren que el cambio en el comportamiento a 24 gigapascales refleja un cruce dirigido por la presión en los planos “internos” del CuO2 del Bi2223, que no participan en la superconductividad a bajas presiones.

Jose E. Guerrero C
CAF
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Fuente: http://www.agenciasinc.es/esl/Noticias/Logran-la-superconductividad-aumentando-la-presion-en-dos-fases

Las fluctuaciones fugaces en la superconductividad desaparecen cerca de la temperatura de transición

14/02/2011 · RDI PRESS
  


The figure (generated by POV-Ray) shows excita...Como parte de un esfuerzo constante que trata de descubrir detalles de cómo los superconductores de alta temperatura llevan corriente eléctrica sin resistencia, los científicos de la Johns Hopkins University y el Departamento de EE.UU. Brookhaven National Laboratory han medido las fluctuaciones de la superconductividad a través de una amplia gama de temperaturas utilizando espectroscopia de terahercios. Su técnica les permite ver las fluctuaciones que duran meras milmillonésimas, sólo de una milmillonésima de segundo, y revela que estas fluctuaciones pasajeras desaparecen 10-15 grados Kelvin (K) por encima de la temperatura de transición (Tc) en la que la superconductividad se establece.

“Nuestros hallazgos sugieren que en los superconductores a base de cupratos, la transición al estado superconductor no es conducido por una pérdida de coherencia entre los pares de electrones”, dijo Brookhaven físico Ivan Bozovic, co-autor del artículo que describe los resultados en Nature Physics online, 13 de febrero de 2011.

Los científicos han estado buscando una explicación de la superconductividad de alta Tc en los cupratos, ya que estos materiales fueron descubiertos hace unos 25 años. Debido a que pueden funcionar a temperaturas mucho más elevadas que los superconductores convencionales, que deben ser enfriados cerca del cero absoluto (0 K ó -273 grados Celsius), los superconductores de alta temperatura tienen potencial en diversas aplicaciones del mundo real. Si los científicos pueden desentrañar el mecanismo de conducción de corriente, pueden incluso ser capaces de descubrir o diseñar versiones que funcionan a temperatura ambiente para usos tales como líneas de transmisión de energía con cero pérdidas . Por esta razón, muchos investigadores creen que la comprensión de cómo ocurre la transición a la superconductividad en los cupratos es una de las cuestiones abiertas más importantes de la física actual.

En los superconductores convencionales, los pares de electrones se forman en la temperatura de transición y se condensan para llevar la corriente sin resistencia. En las variedades de alta temperatura, que pueden funcionar a temperaturas tan altas como 165 K, hay algunos indicios de que los pares de electrones pueden formarse a temperaturas mayores de 100 a 200 K, pero sólo se condensan cuando se enfrían a la temperatura de transición.

Para explorar la transición de fase, el equipo de Johns Hopkins-BNL buscaron pruebas de fluctuaciones para superconductores por encima de Tc. “Estas fluctuaciones son algo así como las islas pequeñas o las gotitas de la superconductividad, en las que los pares de electrones que surgen aquí y allá viven por un tiempo y luego se evaporan para aparecer de nuevo en otro lugar”, dijo Bozovic. “Estas fluctuaciones se producen en todos los superconductores”, explicó, “pero en las convencionales sólo muy, muy cerca de Tc – la transición es de hecho muy fuerte.”

Los científicos estudiaron un superconductor que contiene cantidades variables de lantano y estroncio con capas de óxido de cobre. Las muestras fueron fabricadas en Brookhaven, utilizando un sistema con una única capa atómica-molecular de epitaxia de haces que permite la síntesis digital de películas delgadas atómicamente lisas y perfectas. Las mediciones a base de espectroscopia Terahertz se realizaron en la Universidad Johns Hopkins.

La principal conclusión fue sorprendente: los científicos observaron con claridad las fluctuaciones en superconductores, pero estas fluctuaciones se desvanecieron con relativa rapidez, en unos 10 a 15 K por encima de Tc, independientemente de la proporción de lantano / estroncio.

Esto implica que en los cupratos a la temperatura de transición, los pares de electrones pierden su coherencia. Esto contrasta con lo que sucede en los superconductores convencionales, donde los pares de electrones se separan a la temperatura de transición.

“Así que, a diferencia de los superconductores convencionales, la transición en cupratos no está impulsada por el emparejamiento de electrones, sino más bien por la pérdida de la coherencia entre los pares – es decir, por las fluctuaciones de fase”, dijo Bozovic. “La esperanza es que la comprensión de este proceso con todo detalle nos puede llevar a dar un paso más hacia adelante para descifrar el enigma de la superconductividad de alta temperatura.”

Jose E. Guerrero C
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